NOTAS AL PROGRAMA

El final del siglo XIX y todo el siglo XX serán los protagonistas de este concierto, períodos históricos similares y muy distintos a la vez; el primero como representación de una cierta decadencia del sistema clásico-romántico y el segundo con una nueva concepción tonal que anuncia cambios importantes dentro del panorama coral. Nuestra propuesta presenta, además de un repertorio profano y sacro, formaciones distintas que hagan al público apreciar las interesantes diferencias tímbricas entre el coro mixto, el coro femenino y el coro masculino.

Francis Poulenc (1899-1963) dedicó gran parte de su obra a la voz, y en especial al coro. El Crítico Claude Rostand describe en 1950 a Poulenc como «mitad hereje, mitad monje», una etiqueta que se adjunta a su nombre para el resto de su carrera. Poulenc le dice «mi obra es la yuxtaposición de lo profano con lo sagrado». En este concierto, pues, veremos las dos cara de este compositor. Empezaremos por una pieza para coro femenino a tres voces escrita en 1952, Ave verum, motete del siglo XIV para el momento de la comunión. Téngase en cuenta que Poulenc, en 1936, muy afectado con la muerte de Pierre-Octave Ferroud, amigo, crítico y compositor rival que murió en un accidente de automóvil, renovó la fe católica heredada de su padre con la visita al santuario de la Virgen de Rocamadour. En esta pieza conjuga el clásico contrapunto inicial con un desarrollo en su propio estilo, siempre sorprendente.

La donostiarra Eva Ugalde, nacida en 1973, nos ofrece su visión del himno mariano Ave Maris Stella. Este título de “Estrella del Mar” se aplica a María como interpretación de un pasaje del Antiguo Testamento. La compositora utiliza las siete breves estrofas que forman el himno, comenzando con aire gregoriano, pero no con la melodía tradicional, sino con una propia. A partir de ahí, con un lenguaje plenamente tonal nos irá llevando de alabanza en alabanza hasta el “laus Deo Patri” final.

Llegamos ahora a un momento sublime: Cuatro pequeñas oraciones de san Francisco de Asís. Escritas en 1948, son un monumento de la música coral a capellaque nos sorprende desde los primeros compases. A petición del hermano Jerôme, fraile pariente suyo, puso música a algunas oraciones del santo italiano, eligiendo la sonoridad recia y profunda del coro masculino a cuatro, cinco y seis voces. En 26 compases, cuatro cantos diferentes: salutación a la Virgen, himno a la omnipotencia de Dios, canto al amor divino y exhortación a los hermanos para alcanzar la eternidad. Según cuenta el autor, encontró la inspiración de esta obra habiendo oído cantar a los monjes el oficio divino en la basílica de Asís. Poulenc pasa en pocos compases de un estilo arcaizante a unas armonías “de music hall” sin perder la compostura. Toda una obra maestra que no deja indiferente a quien la paladea por primera vez.

Salve Regina, también de Francis Poulenc, fue compuesta en 1941 para coro mixto y dedicado, sin más “à Hélene”. Escrita a cuatro voces estrictamente, sin sus habituales divisi, alterna pasajes de gran dulzura con otros más atrevidos usando ese tacto al que nos tiene acostumbrados y sorprendiendo al cantor que se acerca por vez primera a la particular escritura de este singular músico.

O sacrum convivium (Oh sagrado banquete) es el segundo motete eucarístico que escuchamos en este concierto. El francés Olivier Messiaen (1908-1992) fue una figura central de la música del siglo que nos ocupa. La mezcla de elementos rabiosamente vanguardistas con otros procedentes de la cultura hindú, la sinestesia, el canto de los pájaros y una profunda fe católica crean una obra única y personal, fácilmente reconocible y enormemente expresiva. En este motete el autor celebra el momento en el que el mismo Cristo se deja comer por quienes se acercan al altar.

¿Cómo entender el siglo XX musical sin Arnold Schönberg? El compositor austríaco (1874-1951) que rompió con el sistema tonal al crear la música dodecafónica no es, sin embargo,  el que aparece en estas canciones populares armonizadas en un estilo académico tardorromántico que recuerda a Brahms, a pesar de estar compuestas entre 1928 y 1929. Su título, Drei Volkslieder (Tres canciones populares), evidencia que aún permanece en este avanzado compositor ese gusto romántico por la cultura popular que da singularidad a los pueblos. La primera de las canciones, Schein uns, du liebe Sonne (Brilla para nosotros, querido sol, escrita en el siglo XVI), expresa el deseo de dos amantes de que por fin el astro limpie de nieve los caminos que, entre montañas, los separan. Al final, la amada se despide de sus padres cuando se funde la nieve: pasará mucho tiempo hasta que se vean de nuevo, incluso puede que no vuelvan a verse. La historia esconde un pasado de incomunicación entre valles y regiones alejadas, cuando las inclemencias del tiempo eran tan determinantes y cuando las mujeres se aislaban de sus familias por causa del matrimonio, ya que siempre ellas tenían que mudarse al pueblo de su futuro marido. Musicalmente, esta canción se compone de tres partes y la melodía armonizada pasa del tenor a la soprano. En Herzlieblich Lieb (Amor de mi corazón) el poeta confiesa haber perdido su corazón, que ya le resulta extraño porque no le pertenece a sí mismo, sino a su amada, por quien quedó atrapado al partir. La melodía anónima del siglo XV está encomendada todo el tiempo a la soprano. Las últimas palabras del texto (“estoy sin rumbo en la muerte”) sumen a todas las voces en su tesitura grave, concluyendo con un acorde menor que refleja la tristeza del poeta.

Por lo que se refiere a Debussy y Ravel, sus obras son ajenas a la temática religiosa. De ellos queremos destacar aquí la importancia que ambos dieron a la selección de textos para sus obras vocales y que los llevó por caminos paralelos: la creación textual propia y la búsqueda de inspiración en poetas medievales. Ambas tendencias están presentes en este concierto y ambas entrañan gran dificultad para los intérpretes, ya por lo arcaico de los textos de Charles d’Orléans, ya por el barroquismo en el léxico de Ravel.

Las Tres canciones para coro sin acompañamiento nos presentan una faceta nueva de Maurice Ravel (1875-1937): la elaboración propia de los textos, en los que el músico parodia con finura la galantería de las canciones francesas del Renacimiento y de la tradición folclórica. En la primera de ellas, Nicolette, Ravel nos trae con cinismo y con un «color a la antigua» un tema con variaciones en cuatro estrofas sobre el cuento de Caperucita Roja: aquí la joven huye del lobo, desdeña el amor de un lindo paje y finalmente se entrega a un viejo adinerado. En la segunda canción, Tres bellas aves del Paraíso, una chica cuyo amado está en la guerra comprende, por los regalos que recibe de unas hermosas aves, que él ha muerto. Estas aves son de colores diferentes: azul, blanco y rojo, los colores de la bandera francesa. El coro, con sus delicadas armonías sin palabras, envuelve la melancólica melodía de los solistas, que repiten insistentemente la frase “mi amado está en la guerra”. No por casualidad estas canciones fueron publicadas en 1916, es decir, a mitad de la Primera Guerra Mundial. Ronda es una fantasía, lejana referencia a un corro infantil y a las canciones acumulativas. En esta última canción -quizá la más elaborada de las tres- un grupo de viejas y otro de viejos tratan de persuadir a las jovencitas por un lado y a los jóvenes por otro de que no se acerquen al bosque de Ormonde, lugar misterioso lleno de peligrosas criaturas. El texto, bastante ininteligible, enumera seres terroríficos de las tradiciones clásica, medieval, oriental, céltica, rusa… que suponen un alarde para los cantores, tanto por lo extraño del vocabulario como por lo acelerado del tempo.

Claude Debussy (1862-1918) solo escribió una obra para coro a capella. Se trata de Tres canciones, ambientadas en la poesía de Charles, duque de Orleáns, que vivió en el siglo XV. Temáticamente los poemas no están relacionados. El primero, ¡Dios, qué grato es mirarla!, responde a los tópicos del amor cortés. El segundo, Cuando oigo sonar el tambor, es una queja de un joven que prefiere quedarse en la cama a levantarse para irse a las fiestas de mayo. Por último, Invierno, tan solo sois un villano es un lamento por los rigores de la gélida estación; según el poeta, “debieron desterraros al exilio”. Debussy, sin renunciar totalmente a su  estilo, quiso usar en estas canciones procedimientos tonales y compositivos del primer Renacimiento.

Pietro Clausetti (1904-1963) tenía solo diecinueve años cuando escribió La sombra de los bosques de Aser. Nacido en Milán, se diplomó en Composición y fue llamado al teatro Alla Scala por Toscanini como maestro suplente. Tras una breve carrera como director, se dedicó finalmente a la composición. El  texto de esta canción nos traslada a un entorno bíblico donde habita la tribu de Aser (uno de los doce hijos de Jacob), descrito en la Biblia como uno de los más fértiles y bendecidos. En este locus amoenus será donde se encuentren dos enamorados, uno de los cuales es comparado con el humo fragante del incienso, el símbolo sacerdotal de lo sagrado. El compositor crea un bellísimo ambiente sonoro, escaso de melodía, muy impresionista, de armonías realmente perfumadas.

El finlandés Einojuhani Rautavaara (1928-2016) compuso en 1973 Suite de Lorca, con un estilo y una visión bastante alejada de la música española, pero no por ello menos interesante. El nombre de suite no es casual, pues los cuatro números de que consta están escritos en la misma tonalidad para ser interpretados sin interrupción. Se consigue así una atmósfera tensa, dramática, apropiada para los poemas de nuestro Federico, tan obsesionado con esa muerte que nos lo arrebató antes de tiempo. El primer número Canción de jinete comienza con un galope sobre la palabra “Córdoba”, adonde el jinete sospecha que el destino no le dejará llegar. El grito, segundo número, con sus glissandi hasta notas agudísimas combinadas en áspera disonancia nos acerca a una tragedia nocturna en las cuevas de Granada. Seguidamente, en La luna asoma, la blanca reina de las noches lorquianas inundará el espacio con secuencias cromáticas de ensueño entre versos herméticos. Para acabar, Malagueña nos hará entrar, en compañía de la muerte, a la taberna donde nuevamente se cierne la tragedia, entre sudores, guitarras, amoríos. Las palabras insistentes de los hombres y las frases en agudo de las mujeres nos conducen hasta un final brillante. Pero… no nos dejemos engañar: el poema habla de las tragedias contadas por el cantaor y la inseparable guitarra.

Originado en Norteamérica, el Minimalismo, estilo caracterizado por la utilización repetitiva de elementos musicales muy simples, tuvo un enorme éxito durante el fin del siglo XX. En su vertiente europea, este movimiento se tiñe a menudo de espiritualismo y adquiere un carácter neorromántico, como sucede en la obra del estoniano Arvo Pärt (1935) o del inglés John Tavener (1944-2013), hábiles creadores de atmósferas estáticas, cuya falta de evolución armónica ejerce un efecto casi hipnótico sobre el oyente. Canción para Athene, que tiene una duración aproximada de siete minutos, es una elegía que consiste en la palabra hebrea aleluya («alabemos al Señor») cantada de forma monofónica seis veces. La letra fue escrita por la Madre Tecla, una monja ortodoxa a quien Tavener llamó su “madre espiritual”. Al salir del funeral de la joven actriz Athene Hariades, Tavener afirmaba tener la música de Song for Athene completamente formada en su mente. Llamó a la Madre Tecla el mismo día y ella le envió la letra por correo postal, que llegó al día siguiente. Es la obra más conocida de John Tavener, ya que fue interpretada en 1997 por el Coro de la Abadía de Westminster en la misa funeral de la princesa Diana de Gales. La lenta y reiterativa música llega a un clímax después de la sexta entonación de aleluya con los versos “Llorando en la tumba crea la canción: Aleluya. Ven, disfruta de las recompensas y las coronas que he preparado para ti”. Aleluya se canta por séptima vez como una coda. Siguiendo el ejemplo de la música tradicional bizantina, un continuo ison o pedal subyace en esta obra escrita al filo del siglo XX.

Luis Alberto Campos

Traducción de las letras

AVE VERUM CORPUS

Salve, verdadero cuerpo de Cristo nacido de la Virgen María, verdaderamente atormentado, sacrificado en la cruz por la humanidad.

AVE MARIS STELLA

Salve, Madre sagrada
de Dios y siempre Virgen,
puerta del cielo Santa.
Mudando el nombre de Eva,
estableces la paz.
La vista restituye,
las cadenas desata,
todos los males quita,
todos los bienes causa.
Muéstrate Madre, y llegue
por ti nuestra esperanza
a quien, por darnos vida,
nació de tus entrañas.
Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
libres de culpa, infunde
virtud humilde y casta.
Vida nos presta pura,
camino firme allana;
que quien a Jesús llega,
eterno gozo alcanza.
A Dios Padre la gloria,
a Cristo honra suprema,
y al Santo Espíritu;
Igual la gloria sea,
Amen.

QUATRE PETITES PRIÈRES DE SAINT FRANÇOIS D’ASSISE

I. Salut, Dame Sainte
¡Salve, Señora, Reina santa, Madre santa de Dios, María! Eres Virgen hecha Iglesia, elegida por el santísimo Padre del cielo, consagrada por él con su santísimo amado Hijo y con el Espíritu Santo Paráclito. En ti existió y existe la plenitud de toda gracia y todo el bien. ¡Salve, palacio de Dios! ¡Salve, tabernáculo suyo! ¡Salve, casa suya! ¡Salve, vestidura suya! ¡Salve, esclava suya! ¡Salve, madre suya! ¡Salve, también vosotras, santas virtudes todas, que, por gracia e iluminación del Espíritu Santo, sois infundidas en los corazones de los fieles, para hacerlos, de infieles, fieles a Dios!

II. Tout puissant
Dios todopoderoso, santísimo, altísimo y soberano;
Bien soberano, bien universal, bien total; el único bueno;
a ti te ofrecemos toda la alabanza, toda la gloria, toda la gracia,
todo el honor, toda la bendición y todos los bienes. Amén.

III. Seigneur, je vous en prie
Te ruego, oh Señor, que la ardiente y dulce fuerza de tu amor arrebate mi mente de todas las cosas que hay bajo el cielo, para que muera yo de amor por tu amor, como tú te dignaste morir por amor a mi amor.

IV. Ô mes très chers frères
Oh, mis queridos hermanos y mis hijos, bendecidos por toda la eternidad, escúchenme, escuchen la voz de su Padre: Hemos prometido grandes cosas, mayores nos han sido prometidas a nosotros; cumplamos aquellas y suspiremos por éstas.
El placer es breve, el castigo eterno. El sufrimiento es ligero, la gloria infinita.
Muchos son llamados, pocos son elegidos. Todos recibirán lo que merecen. Que así sea.

SALVE REGINA

Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh, clemente! ¡Oh, piadosa! ¡Oh, dulce Virgen María!

O SACRUM CONVIVIUM

¡Oh sagrado banquete! en el que Cristo es recibido, la memoria de su Pasión es renovada, la mente se llena con la gracia, y un juramento de gloria futura nos es dado. Aleluya.

DREI VOLKSLIEDER

I. Schein uns, du Liebe Sonne
Ilumínanos, amado sol,
danos tu clara luz,
enséñanos dos amores juntos,
que están a gusto el uno junto al otro.
Allí lejos en cada montaña
se eleva una fría nieve,
la nieve no puede derretirse,
la voluntad de Dios debe hacerse.
La voluntad de Dios se ha ido,
la nieve se ha derretido,
Dios os bendiga, Padre y Madre,
ya no os veré nunca más.

III. Herzlieblich Lieb, durch Scheiden
Amor mío queridísimo,
al partir, mi corazón se endureció
igual que contra un infiel.
Se endureció tanto que se me volvió ajeno.
De hecho, nunca realmente ha sido mío,
siempre ha sido tuyo.

Eso me trae dolor, sí,
y así puedo entender el sufrimiento.
Me despido del corazón sin encontrar consuelo
y tengo que dejar a mi amor
al que no quería abandonar
ni por placer, alegría o pena,
estoy muriendo una muerte sin fin.

TROIS CHANSONS – Ravel

I. Nicolette
Nicolette, a la caída de la tarde iba a pasearse al prado,
a coger la margarita, el junquillo y el lirio del valle.
Muy saltarina, muy alegre, mirando aquí, allá, por todas partes.
Se encontró con un viejo lobo gruñendo, el pelo erizado, con ojos brillantes.
«¡Eh! Mi Nicolette, ¿no te vienes a casa de la abuelita?
Hasta perder el aliento, huyó Nicolette, dejándose tocado y zuecos blancos.
Se encontró con un lindo paje, calzas azules y jubón gris:
«¡Eh! Mi Nicolette, ¿no quieres un dulce amigo?
Despacio se fue, con mucho recato, triste el corazón ,
Muy lentamente con el corazón muy triste.
Se encontró con un señor canoso jorobado, feo, apestoso y barrigón.
«¡Eh! Mi Nicolette, ¿no quieres todos estos escudos?
Presto estuvo entre sus brazos, buena Nicolette, jamás al prado volvió.

II. Trois beaux oiseaux du Paradis
Tres bellas aves del paraíso,
(a la guerra se fue mi amante),
tres bellas aves del paraíso
pasaron por aquí mismo.
La primera era más azul que el cielo,
(A la guerra se fue mi amante)
La segunda era de color de nieve,
Era la tercera de un rojo bermejo.
“Bonitas aves del paraíso,
(A la guerra se fue mi amante)
bonitas aves del paraíso,
¿qué me traéis aquí mismo?”
“Una mirada azul como el cielo.
(A la guerra se fue tu amante).
Yo besaré una frente de nieve
y aún más puro ha de ser mi beso.”
“Ave bermeja del paraíso,
(A la guerra se fue mi amante)
ave bermeja del paraíso,
¿qué me traes tú así ahora mismo?”
“Un corazón color carmesí.
A la guerra se fue tu amante.
Noto que el mío se queda helado,
llévatelo también de aquí.“

III. Rondé
-Las viejas-
No vayáis al bosque de Ormonde, muchachas, no vayáis al bosque.
Está lleno de sátiros, de centauros, de brujos malvados, trasgos e íncubos, ogros, duendes, faunos, duendecillos, lamias, diablos, diablillos, diablejos, caprípedos, gnomos, demonios, fantasmas, elfos, mirmidones, hechiceros y magos, estrigas, silfos, cocos, cíclopes, genios, gobelinos, espíritus, nigromantes, adivinos… no vayáis al bosque de Ormonde.

-Los viejos-
No vayáis al bosque de Ormonde, muchachos, no vayáis al bosque.
Está lleno de faunesas, de bacantes, de hados, muchachos, no vayáis al bosque, muchachos, no vayáis al bosque, está lleno de demonias, sátiras, ogresas y brujas, centauras y diablas, vampiresas saliendo del aquelarre, trasgas y demonias, larvas, ninfas, mirmidonas, de hamadríadas, dríadas, náyades, ménades, tíadas, duendecillas, lémures, gnómidas, súcubas, gorgonas, gobelinas… no vayáis al bosque de Ormonde.

-Las muchachas-
No iremos más al bosque de Ormonde,
ya no hay sátiros, no más trasgos, no más íncubos, no más ogros,
duendes, faunos, duendecillos, lamias, diablos, diablillos, diablejos,
caprípedos, gnomos, demonios, fantasmas, elfos, mirmidones, no más hechiceros ni magos, estrigas, silfos, cocos, cíclopes, genios, diablezuelos, monstruos, egipanes, silvanos, gobelinos, espíritus, nigromantes, adivinos… las viejas imprudentes, los viejos imprudentes los han espantado.

-Los muchachos-
¡Ay! nunca más iremos al bosque. No más ninfas ni hadas malas, no más ogresas, no, sátiras, no. ¡Ay! nunca más iremos al bosque. No más ninfas ni hadas malas. ¡Ay! No. No más faunas, ¡no! Centauras, náyades, tíadas, ni ménades, hamadríadas, dríadas, duendecillas, lémures, gnómidas, súcubas, gorgonas, gobelinas…

-Las muchachas y los muchachos-
Ah! No vayáis al bosque de Ormonde. Las inoportunas viejas y los inoportunos viejos los han espantado…¡Ah!

TROIS CHANSONS – Debussy

I. Dieu! Qu’il la fait bon regarder!
¡Dios! Qué grato es mirar a la graciosa buena y bella;
Por los grandes bienes que hay en ella cada uno está dispuesto a alabarla.
¿Quién podría cansarse de ella? Siempre renueva su belleza.
¡Dios! Qué grato es mirar a la graciosa buena y bella;
Ni por acá, ni por allá del mar sé de dama ni de damisela que sea en todo tan perfecta como ella.
Es un sueño pensar en ella.
¡Dios! Qué grato es mirarla.

II. Quand j’ai ouy le tambourin sonner
Cuando escuché el sonido de la pandereta para ir a mayo, en mi cama no quería quitarme la cabeza de la almohada. Diciendo: es demasiado temprano. Dentro de poco volveré a dormir cuando me haya quitado la pandereta.
Los jóvenes se van con sus premios. No me ha gustado, no recibiré un premio hoy. Una vez más voy a buscar a mi vecina más cercana.
Cuando escuché el sonido de la pandereta para ir a mayo, en mi cama no quería quitarme la cabeza de la almohada.

III. Yver, vous n’estes qu’un villain
Invierno, tan sólo sois un villano. El estío es placentero y amable como testigo de mayo y abril que lo acompañan mañana y tarde.
El estío reviste a los campos, bosques y flores de su apariencia de verdor y de otros muchos colores por el mandato de la naturaleza.
Pero vos, invierno, estáis demasiado lleno de nieve, viento, lluvia y granizo.
Debieron desterraros al exilio, sin halagaros lo más mínimo, hablo claro: Invierno, tan sólo sois un villano.

L’OMBRA DEI BOSCHI D’ASER

La sombra de los bosques de Aser es toda perfumada.
¿Quién es el que viene por el camino verde, quién es él?
¡Es el amado quien espera a la amada!
Él es joven, es dulce.
Y sale del desierto como el humo del incensario.
La sombra de los bosques de Aser es toda perfumada.
¿Quién es? ¿Quién es?

SONG FOR ATHENE

Aleluya. Que los vuelos de los ángeles te canten a tu descanso.
Aleluya. Recuérdame, Señor, cuando entres en tu reino.
Aleluya. Da descanso, oh Señor, a tu sierva, que se ha dormido.
Aleluya. El Coro de los Santos ha encontrado el manantial de la vida y la puerta del Paraíso.
Aleluya. La vida: una sombra y un sueño.
Aleluya. Llorando en la tumba crea la canción: Aleluya. Ven, disfruta de las recompensas y coronas que he preparado para ti.
Aleluya.